Máxima eficiencia, mínima huella de CO₂, bajas emisiones sonoras y bajos costes: estos son solo algunos de los retos a los que se enfrentan los fabricantes de unidades de refrigeración.
Para lograr este rendimiento, los cuatro componentes básicos de una enfriadora (compresor, condensador, válvula de expansión y evaporador) deben estar perfectamente adaptados entre sí, y el sistema de control debe diseñarse y ajustarse para la aplicación específica. Cada sistema de regulación es tan bueno como sus componentes individuales.
En el caso de los instrumentos de medición, esto significa que se necesita una medición precisa para poder hacer funcionar la planta con eficacia. Además de su precisión, los instrumentos deben presentar propiedades adicionales, como resistencia a los agentes atmosféricos, a la condensación y a los medios, para garantizar que un refrigerador pueda soportar, por ejemplo, 365 días al año en un tejado, expuesto a los elementos.
No todos los instrumentos de medición influyen directamente en el control. La propia planta también requiere mantenimiento a intervalos regulares para ofrecer un servicio fiable durante muchos años. Para ello, los instrumentos de medición fiables para controlar el estado de diversos elementos, como el aceite del motor, son herramientas indispensables.